Piden centroamericanos refugio en México

CIUDAD DE MÉXICO, 23 de Febrero.- Sofía Quintero huyó de su Honduras porque la iban a matar sólo por ser una mujer transexual. “Yo no puedo regresar a mi país por problemas con las pandillas. En la colonia donde yo vivía no aceptan chicos gay. A mí los de la pandilla me propusieron un trato, de que podrían aceptarme en la colonia pero yo tenía que prostituirme para venderles su droga. Ellos iban a ponerme en una esquina para que me prostituyera y a mis clientes yo les tenía que vender la droga”, asegura Sofía, quien nunca se ha prostituido.

“Como yo no acepté, me bajaron varias veces de mi carro, de los rapiditos, que es como les decimos a las combis allá. La última vez que me bajaron me pusieron una pistola en la cabeza y me dijeron que me iban a matar. Me dijeron que tenía que dar una respuesta, o trabajaba con ellos o hasta ahí llegaba”

Fue entonces que Sofía, de 22 años, pensó en dejar Honduras para pedir refugio en México. Le pidió al jefe de la pandilla dos días para pensar la oferta.

Obviamente la respuesta tenía que ser que sí iba a trabajar con él, porque si no ahí mismo me iba a matar, pero yo lo hice pensando en huir del país”, relata.

Se despidió de su familia y al día siguiente dejó todo atrás para llegar a México. Asegura que para una chica transgénero, el trayecto es particularmente peligroso. Llegó a Tapachula, Chiapas, y consiguió el refugio.

“Es muy difícil esforzarse por estudiar, tener un futuro y de repente de la nada, vengan personas y te cambien la vida para siempre”, cuenta Sofía, quien reconoce que empezar desde cero tras dejar atrás familia, estudios y trabajo resultó más complicado de lo esperado.

Al principio me sentía fatal. Hay momentos en los que uno piensa que es mejor morirse”.

Sofía Quintero, refugiada hondureña

Pero a pesar de que Sofía ha podido rehacer su vida desde que en agosto de 2016 fue reconocida como refugiada en México, otros migrantes hondureños que conoció en el camino no corrieron con la misma suerte.

De los cinco hondureños que junto con ella pidieron refugio al gobierno mexicano, sólo Sofía pudo conseguirlo. Los otros cuatro regresaron a Honduras. Dos de ellos fueron asesinados al poco tiempo de regresar a su país.

“Si no tenemos refugio prácticamente nos mandan a la muerte. Si a mí me mandan a Honduras, prácticamente me están mandando a la muerte, porque Honduras es un país sobrepoblado de pandillas, y donde sea que te metas te encuentran porque en todos lados tienen conectes”, cuenta.

“México no es un país como Estados Unidos, que ahora con la era Trump se está poniendo mucho más difícil”

Una muestra de ello es la manera en que el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, aseguró que México no recibirá a los migrantes indocumentados de Estados Unidos que no sean mexicanos.

México no aceptará indocumentados de otros países, contesta Videgaray

LAS CIFRAS DE LOS REFUGIADOS EN MÉXICO

De acuerdo con datos del más reciente informe de Amnistía Internacional, titulado La situación de los derechos humanos en el mundo, en 2016 se registró “una cifra sin precedentes” de solicitudes de asilo político, ya que hasta octubre se habían presentado 6 mil 898 solicitudes. De éstas, el 93% correspondían de personas provenientes de El Salvador, Honduras y Guatemala.

Ese mismo año se concedió la condición de refugiado a 2 mil 162 personas, a pesar de que se estima que anualmente más de 400 mil migrantes indocumentados cruzararon la frontera sur de México. De acuerdo con Amnistía Internacional, la mitad de ellos bien podrían haber reunido las condiciones necesarias para ser considerados como refugiados.

Aunque en agosto de 2016 entró en vigor una reforma de la Constitución que reconocía el derecho de

asilo, la aplicación del Programa Integral Frontera Sur volvió a dar lugar a un aumento de las operaciones de seguridad en la frontera de México con Guatemala y Belice, en los cuales, “eran frecuentes los informes de extorsión, expulsiones masivas, secuestros y otros abusos contra los derechos humanos de las personas migrantes”.

En septiembre pasado, el presidente Peña Nieto anunció un plan para personas refugiadas en una cumbre de la ONU y reconoció oficialmente la existencia de una crisis de refugiados en México y Centroamérica. El plan prometía aumentar en un 80% la financiación de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, garantizar que no se detendría a migrantes menores de 11 años y reforzar la inclusión e integración de la población refugiada en el país, destaca el informe.

Hasta noviembre de 2016, el gobierno mexicano capturó a 174 mil 526 personas migrantes en situación irregular y 136 mil 420 de ellos fueron devueltos a sus países. El 97% de las personas deportadas eran provenientes de Centroamérica.

Aunque datos del Congreso de Estados Unidos señalan que el gobierno estadounidense tenía planes de destinar 75 millones de dólares a “operaciones de seguridad y migración” en la frontera sur de México, a través de la Iniciativa Mérida, esta situación ha quedado en vilo tras la aplicación de las políticas antimigrantes del presidente Donald Trump.

Una situación que, de acuerdo con Amnistía Internacional, ha contribuido a generar “una de las más graves e invisibles crisis de refugiados en el mundo”.

“La retórica de odio y antiderechos que ha impregnado el discurso y las acciones de la mayor parte de los líderes políticos de la región están poniendo la seguridad y la vida de millones de personas en peligro”, sostiene Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.

Desde los alarmantes índices de violencia por parte de las fuerzas de seguridad, hasta la creciente ola de ataques contra quienes defienden los derechos humanos y la falta de acción para frenar la crisis de refugiados, las Américas están enfrentando uno de sus peores momentos cuando de derechos humanos y justicia se trata”, advierte Guevara-Rosas.

“La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero sólo agudiza la crisis que ya era dramática para miles de personas que no están huyendo de la pobreza, sino de la violencia de los grupos del crimen organizado”, agrega.

UNA CRISIS HUMANITARIA CONTINENTAL

Además de las cifras de refugiados, América Latina se ha convertido en la región más peligrosa del planeta para los defensores del medio ambiente y los derechos humanos.

En 2016, 217 de los 281 asesinatos contra defensores del medio ambiente a nivel global, equivalentes al 77%, ocurrieron en las Américas. Tan sólo en Colombia y Brasil, el número de asesinatos contra activistas en 2016 fue de 85 y 58, respectivamente.

“Defender bosques, defender las tierras, afectan intereses políticos, económicos y todo lo que puede enriquecer a las altas autoridades que no ven otro objetivo que seguirse beneficiando. Nosotros somos un obstáculo porque siempre estamos pendientes de que no renten más la tierra, que no se nos invada a los ejidos, los boques”, cuenta Ildefonso Zamora Baldomero, activista y defensor del medio ambiente.

Zamora fue detenido en noviembre de 2015, en la comunidad indígena tlahuica de San Juan Atzingo, en el Estado de México, de donde es originario, tras un largo proceso legal por la propiedad de las tierras de su comunidad. Fue encarcelado mediante la fabricación de delitos y liberado en agosto de 2016. A lo largo de su lucha, un hijo suyo fue asesinado y otro más herido de un pulmón durante una emboscada.

El Poder Judicial de la Federación reconoció que en el proceso penal seguido en su contra por el delito de robo agravado se violó su derecho humano a la presunción de inocencia al no existir pruebas en su contra. (FUENTE: Huffingtonpost)

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