CIUDAD DE MÉXICO, 2 de enero.- Uno de los experimentos desarrollados en el Sincrotrón de Australia consistió en analizar la estructura del cuero de ovejas, que hasta ese momento se consideraba un desecho, para identificar cómo mejorar su resistencia y poder emplearlo en diversos productos de moda. De acuerdo con estimaciones, este material tiene un potencial de cerca de 150 millones de dólares australianos al año (más de 2 mil 300 millones de pesos).
El anterior es un ejemplo del impacto que pueden tener estos dispositivos no sólo para la investigación científica, sino también en el sector industrial. En ese sentido el Programa del Doctorado Transdisciplinario en Desarrollo Científico y Tecnológico para la Sociedad del Cinvestav reunió a una serie de expertos a fin de analizar las posibilidades de construir un sincrotrón en México.
Los sincrotrones son construidos en edificaciones circulares de gran extensión ya que se trata de aceleradores de partículas atómicas mediante campos magnéticos que a partir de colisiones producen subpartículas que tienen una gran variedad de aplicaciones. Son considerados una de las herramientas de investigación más especializadas a nivel mundial que pueden considerarse como microscopios de alta especialidad, ya que su función es analizar la constitución atómica y electrónica de los materiales.
En la actualidad existen 55 sincrotrones a nivel mundial, y sólo uno de ellos se encuentra en Latinoamérica, para ser más precisos en Brasil. Es por ello que en México existe una iniciativa para la creación de un sincrotrón que impulsa el gobierno de Morelos, y que es apoyada por diversos sectores científicos nacionales.
José Mustre de León, director general del Cinvestav y uno de los primeros usuarios en el país de esta tecnología, señaló durante su ponencia que el uso de sincrotrones pueden ser de mucha utilidad para la ciencia nacional, ya que se puede utilizar en investigación de materiales, ciencias de la vida, química fundamental, así como en algunos estudios industriales específicos.
Sin embargo, comentó que en México hay una red de usuarios que por ahora es pequeña, al contar con alrededor de 100 científicos en todo el país, pero a principios de la década de 1990 no había más de cinco usuarios. Por lo que de contar con un sincrotrón propio se puede aumentar el número de investigaciones.
El director general del Cinvestav señaló que si bien la construcción de un sincrotrón en México requiere de una gran inversión, recordó que existen proyectos en construcción en naciones con economías similares a las del país, como es el caso de Vietnam y Sudáfrica, además de que en Brasil se concluye una segunda fase del que se ubica en Sao Paulo.
En su oportunidad, Fernando Matías Moreno Yntriago, investigador y ex director del Instituto de Física de UNAM, comentó que la propuesta de desarrollar un sincrotrón en México se ha planteado desde hace dos décadas, pero que en estos momentos existe mayor convergencia y apoyo para que sea posible llevarlo a cabo.
“Nuestro país requiere de una instalación que tenga un número de decenas de experimentos que trabajen simultáneamente, porque los detractores de este planteamiento consideran que hay muchos sincrotrones en el mundo donde se puede trabajar, pero los de mejor calidad están llenos de experimentos de otros países. En cambio, si contamos con uno propio se pueden hacer investigaciones que convengan a México. Por lo que no sólo se puede, sino que se necesita tener este tipo de infraestructura en el país”, concluyó Moreno Yntriago. (FUENTE: Vanguardia)