BARCELONA, España, 11 de septiembre.- Investigadores del Instituto Catalán de Paleontología (ICP) documentaron en una cantera del Vale de Meio (Portugal) más de 80 rastros y 700 huellas de dinosaurios carnívoros del grupo de los megalosáuridos que aprovechaban la bajamar para alimentarse de los peces en las aguas de una laguna interior.
Según explicó la investigadora del ICP Novella Razzolini, que lideró la investigación, la concentración de más de 700 huellas de estos cazadores solitarios supone “un excepcional hallazgo”, publicado en la revista Scientific Reports.
Razzolini señaló que el Jurásico medio —la época que va desde hace 174 a 163 millones de años— es llamada “la era oscura” de los dinosaurios ya que el registro fósil ha proporcionado pocas evidencias de huesos y huellas de esta etapa sobre los dinosaurios carnívoros (terópodos), que estuvo dominada por los megalosáuridos, animales de gran tamaño que se desplazaban de forma bípeda. En Europa, los restos óseos más abundantes del grupo se han encontrado en Francia, Inglaterra y Escocia, mientras que Portugal destaca por el registro de icnitas (huellas fosilizadas) de este grupo de animales.
El estudio de Razzolini se centró en unas icnitas encontradas en el Vale de Meio, a unos 100 kilómetros al Noreste de Lisboa, en el yacimiento más grande y antiguo de la Península Ibérica, una zona que hace unos 170 millones de años estaba bañada por el mar, donde una barrera de arena provocaba que con la bajada de la marea se formase una laguna interior.
“Los megalosáuridos aprovechaban esta circunstancia para alimentarse de los vertebrados e invertebrados que quedaban atrapados en las aguas y el tránsito hacia la laguna de estos animales quedó registrado en el sedimento”.
Los rastros analizados suponen uno de los registros más importantes de huellas de dinosaurios carnívoros del mundo ya que se trata de más de 700 impresiones que se distribuyen en unos 80 rastros que oscilan entre los 30 y 40 metros de longitud. Según la paleontóloga, las huellas de Portugal son las más grandes de la Península Ibérica y podrían corresponder a un pequeño número de individuos que, de forma recurrente, aprovechaba la marea baja para alimentarse y no implican un comportamiento gregario.
El comportamiento piscívoro de los megalosáuridos no ha sorprendido a los investigadores ya que se habían documentado restos de peces en los contenidos estomacales de un megalosáurido en Francia, pero nunca hasta ahora se habían encontrado evidencias de desplazamientos con un claro objetivo de alimentación. (FUENTE: El Informador)