JOSÉ MARÍA MORELOS, Quintana Roo, 18 de diciembre. – En medio de los cambios en los estilos de vida y hábitos de consumo, la experiencia de don Eladio Vázquez Martín —campesino de Tabasquito y mayor de 80 años— destaca como testimonio de disciplina, esfuerzo y prácticas tradicionales que, asegura, han sido clave para mantenerse fuerte y saludable.
A pesar de no atribuir su vitalidad a ningún “secreto milagroso”, don Eladio señala que la constancia ha sido la base de todo. Madruga diariamente para preparar el pozole natural que lo acompaña al campo y trabaja desde primeras horas, sin dejar de lado costumbres arraigadas como el uso de su calabacito para transportar agua, en lugar de envases plásticos modernos. Contrasta estos hábitos con los de generaciones más jóvenes, que —dice— recurren a bebidas azucaradas o utensilios sofisticados, pero muestran menor resistencia física.
La longevidad del campesino no es fortuita. Quienes crecieron en las décadas de los 50, 60 y 70 desarrollaban rutinas intensas de actividad física, se alimentaban de productos frescos y libres de pesticidas, y vivían rodeados de utensilios biodegradables que contribuían a un entorno más sano. Para don Eladio, estas prácticas no solo fortalecían el cuerpo, sino que moldeaban una forma de vida más consciente y en armonía con la naturaleza.
Su testimonio se ha convertido en una reflexión viva sobre el valor de las costumbres y la importancia de recuperar hábitos que favorezcan la salud, la sostenibilidad y el bienestar cotidiano.