PUERTO MORELOS, Quintana Roo, 15 de mayo. – La producción de joyería artesanal es algo que me apasiona, confiesa Josefina Cruz Velázquez, cuyos trabajos reflejan calidad, pero, sobre todo, creatividad.
Y es que la joyería artesanal se ha popularizado por su estilo totalmente creativo y único, pero también por el encarecimiento de las joyas y metales preciosos. Su producción tiene gran historia en México, donde las culturas originarias ya usaban joyas, principalmente creadas con oro y jade, como símbolo de estatus social y poder.
En las prendas de Josefina se nota dominio de la técnica, fruto de un largo aprendizaje que empezó en su juventud, cuando la inquietud por expresarse con algo creativo la llevó a inscribirse en cursos para la elaboración de joyería artesanal en la Ciudad de México, de donde es originaria.
Al llegar a Quintana Roo, hace 26 años, ya sabía trabajar la joyería artesanal. Eso le permitió abrirse paso y convertirse en proveedora de boutiques de hoteles. A la fecha, mantiene ese mercado en Playa del Carmen, Cancún y Cozumel.
Sin embargo, sabía que le faltaba preparación, razón por la que, ante la falta de una escuela, tomó cursos con diferentes personas, incluso provenientes de Europa. Con una francesa, por ejemplo, aprendió la técnica del entorchado de alambre de aluminio, del cual pasó al chapeado y el de plata.
Sus diseños se complementan con minerales como el cuarzo amatista, cuarzo rosa, cuarzo blanco, además de la obsidiana y jade. “No trabajo piedras preciosas porque requieren un trabajo más complicado”, reconoce.
Entre los trabajos que exhibe para venta en el Pabellón Artesanal y Gastronómico “Creaciones de mi gente”, en el parque del Casco Antiguo de Puerto Morelos, hay collares, pulseras, dijes, aretes y anillos. Todos son auténticas artesanías hechos a mano, sin la intervención de máquinas.
El trabajo artesanal lleva un proceso que requiere tiempo y a veces nos rebasa la demanda. En el taller trabajamos lunes, martes y miércoles, por lo que llegamos al fin de semana con prácticamente todo vendido, comenta.
Por lo general, manejamos diseños sencillos porque los más elaborados requieren un trabajo más delicado y tiempo. Una prenda elaborada con la técnica del tramado es la más laboriosa y requiere más tiempo, pero también es la que más me gusta. Las hago, pero para otro mercado, como el de los hoteles, donde el público tiene mayor capacidad económica, subraya.
Josefina considera que, desde que el Ayuntamiento empezó a trabajar con los artesanos, se les abrieron oportunidades. “Yo cuento con el distintivo Hecho en Quintana Roo, que otorga el gobierno del Estado, gracias a que la Secretaría de Desarrollo Económico nos informó qué hacer para obtenerlo”.
“Hoy mi esposo y yo vivimos de esto. Aquí venimos una vez al mes, pero también vamos a los hoteles a vender directamente y trabajamos el mayoreo, gracias a que creamos una microempresa”, apunta.