La Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM) rechazó que la Jornada de Oración por la Paz propuesta tras el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua surgiera como una pauta de la Iglesia católica.
En entrevista para el espacio de Joaquín López-Dóriga en Radio Fórmula la hermana Juana Ángeles Zárate Celedón, presidenta de la CIRM, destacó una preocupación genuina para un diálogo social.
No hay una pauta que nos indicaran, fue fruto de la preocupación por nuestro país y de dar respuesta. De canalizar nuestros deseos hacia estrategias que puedan ser más vinculadas”, dijo.
Zárate Celedón señaló que los asesinatos de religiosos es resultado de la descomposición del tejido social, por lo que es necesaria una profunda concientización.
Por ello se llama a que en todas las misas de este 10 de julio se honre la memoria de todos los sacerdotes, religiosos y religiosas asesinados en el país.
Evidenciar nuestra oración y solidaridad por los que han sido asesinados en nuestro país es un acto de fraternidad, pero también de concientización en el que cada uno de nosotros nos podemos preguntar qué estamos haciendo frente a esta situación, qué necesitamos plantearnos seriamente, para entre todos reconstruir y pacificar a nuestro país.”
Asimismo, durante julio se pide realizar misas en lugares significativos que representen a quienes han desaparecido o sufrido una muerte violenta.
En este sentido, la hermana Juana Ángeles precisó que la intención es reconocer que las únicas víctimas de la violencia en México no son los sacerdotes, sino también líderes sociales y periodistas.
Es necesario regresar a los lugares donde se han cometido estos asesinatos y de alguna manera recuperar el sentido dignificador de estas muertes. Necesitamos que estas muertes sean una semilla de esperanza y de paz”, explicó.
Pero en las eucaristías del 30 de julio se pedirá por los victimarios y la conversión de sus corazones.
La presidenta de la CIRM defendió que se debe tomar en cuenta que muchos de los delincuentes y criminales lo son porque han sido levantados u amenazados para delinquir.
Necesitan recuperar su vida con nuevas posibilidades de reinsertarse a la sociedad con un trabajo digno.
Orar por ellos es tocar el corazón, presentar que hay otras posibilidades para reincorporarse a la sociedad con un perdón, pero también con justicia y reparación de daños”, destacó.
Con información de López-Dóriga Digital
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