Por Ángel Álvaro Peña
Cuando uno conoce a los amigos desde niños, cuando llegan a ser adultos continúan siendo niños, siempre entusiastas por los juegos que cambian de piel y las inquietudes que se renuevan. Cuando uno los ve mayores pareciera que son niños. Cuando mueren los amigos de la infancia no se puede más que recordarlos en vida. Vivos y contentos jugando a vivir, vivir jugando como pateando un bote por caminos desconocidos.
Miguel López Azuara y yo somos amigos, vimos crecer nuestras vidas y nuestras familias. Compartimos, “Miguelín” y yo, las calles de Tuxpan como si fueran nuestras y ahora en ellas mi gran amigo camina para descansar.
A los 88 años, los juegos terminaron, la sonrisa del amigo se congela en la memoria, sus pláticas quedan en nuestros recuerdos como en un sueño.
Miguel López Azuara nació en Tuxpan en 1934. Fue reportero y al mismo tiempo que era Subdirector editorial de Excélsior, fue profesor de la ENEP Acatlán, también cofundador, jefe de redacción y columnista de Proceso, posteriormente Subdirector editorial de Radio Educación, director de información y difusión de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Director de Notimex, Director General de Publicaciones y Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública, manejó la prensa en la SPP, también fungió como Subsecretario de Prensa, secretario de Información del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Miembro de la Unión de Periodistas Democráticos, Coordinador de Comunicación Social del Gobierno del Estado de Veracruz, bajo el mandato de Patricio Chirinos Calero, también destacó su actuación como Jefe de Información de la Oficina de la Presidencia durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Cuando los amigos dejan de verse al encontrarse parecen haber platicado un día antes. Las distancias son largas, el tiempo inevitable, pero el abrazo sigue siendo el mismo. La mirada infantil sale disparada del disfraz de la edad y continúa la plática interminable.
Miguel López Azuara es otro amigo que no asistirá a mi sepelio. Pero eso no quiere decir que no nos volvamos a ver, con la misma sonrisa, con el mismo aprecio. Con la amistad por delante y el tiempo alejándose volveremos a vernos un día, a la hora señalada.
Deseo pronta resignación a toda su familia y amigos, que lo extrañaremos mucho. Haremos como que está de viaje otra vez…
Que en paz descanse ese gran ser humano llamado Miguel López Azuara.
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