La ayuda y los equipos de rescate se han centrado en las grandes ciudades tras el sismo, pero en Turquía hay un gran número de localidades pequeñas a las que todavía no ha llegado ninguna ayuda.
El devastador terremoto del pasado lunes sacudió una enorme zona del sureste de Turquía, de un tamaño mayor que la superficie de Portugal, y el alto grado de destrucción, incluidas infraestructuras básicas, dificulta la distribución de ayuda.
Además, el diario Hurriyet informa que muchas de las carreteras que conducen a aldeas rurales en la región están cerradas debido a las nevadas. El mal estado de muchas carreteras de montaña ya antes del terremoto complica las comunicaciones.
“Tal vez es insuficiente pero la ayuda estatal y la de voluntarios llegó a las ciudades, pero casi nada ha llegado a miles de pueblos donde la gente está luchando por sobrevivir”, explica Yilmaz Kurt, un médico especialista en urgencias.
Kurt se desplazó esta semana a la provincia de Kahramanmaras -donde se situó el epicentro de los terremotos- y montó él solo un hospital de campaña en la aldea de Alçiçek, desde donde describe la dramática situación de muchos pequeños pueblos.
“El mayor lujo aquí es una tienda que la gente levantó con lo que encontró y puso una estufa dentro. Una decena de mujeres, hombres y niños se refugian allí del frío glacial. Tienen suerte. Además tiene harina para cocer pan. Dan gracias a dios por lo bien que están”, describe el médico.
Kurt cree que la mortandad por el sismo en los pueblos más pequeños puede ser menor porque las construcciones tradicionales resistieron mejor, pero la situación después del desastre entre los supervivientes es cada día peor por la falta de apoyo exterior.
“Las muertes por el terremoto son menores, seguro, debido a la menor población y a las casas de madera de una sola planta. Pero a medida que pasa el tiempo las condiciones de salud amenazan a la gente”, añade.
En muchas localidades las viviendas han quedado inhabitables y no han llegado alternativas como tiendas de campaña, y además, la falta de agua y comida afecta también a los animales en estas pequeñas villas agrícolas.
“La mayoría de los graneros se han derrumbado. Aunque las autoridades afirman que no hay grandes pérdidas de animales, la falta de agua y pienso es un gran problema”, explica.
“Los pueblos de Kahramanmaras dependen sobre todo de la cría de animales. Los animales están pariendo, los establos están destruidos, no se puede alimentar a los animales y toda la situación es complicada”, agrega.
“Ante la falta de medicamentos muchos aldeanos han comenzado también a tomar medicamentos para animales, lo que es un problema para su salud, explica este doctor.
El terremoto afectó a una población de 13 millones de habitantes en 10 provincias, donde el acceso al agua sigue cortando o en el mejor de los casos restringido, faltan alimentos y el frío también aumenta el riesgo de epidemias.
Pese a que más de 100 mil rescatistas y personal de emergencias trabajan en la zona, su enorme tamaño, el alto grado de destrucción, las más de mil réplicas registradas y el frío complican los trabajos.
Con información de EFE
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