Opinión
Por Fernando Aguilar
Si usted escucha o lee que en México hay 14 mil 084 personas en espera de un trasplante de riñón, probablemente eso no le quitará el sueño; pero si al final lo toma como advertencia al tener algunos elementos que disparan el padecimiento, probablemente apartará de la mesa, por un momento, su refresco bien frío a punto de llevarlo a la boca, después de consumir una comida rica en grasas y carbohidratos. Y entonces imaginará su futuro en esas condiciones.
Le ilustrarán un escenario sombrío, que en los últimos años se han incrementado considerablemente los pacientes a la espera de un trasplante de riñón en México: en 2010 los receptores eran 7 mil 240, en 2011 sumaban 8 mil 054, en 2012 eran 9 mil 086, en 2013 aumentaron a 10 mil 043, en 2014 eran 11 mil 302, en 2015 contábamos con 12 mil 095 pacientes receptores en espera de riñón.
Al día de hoy están en lista de espera de un órgano 21 mil 734 personas de acuerdo con el Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA): 14 mil 084 esperan recibir un trasplante de Riñón, 7 mil 224, esperan un trasplante de Córnea, 359 de hígado y 46 de corazón, que son los de mayor demanda.
Es posible que la Presidenta del Instituto Mexicano de Investigaciones Nefrológicas ( IMIN), Magdalena Madero, le haya pintado el siguiente panorama: en nuestro país la situación posee dimensiones alarmantes ya que del total de pacientes con Insuficiencia Renal Crónica (IRC), 163 mil están en etapas que requieren terapias sustitutivas como Diálisis Peritoneal, Hemodiálisis o Trasplante Renal (14 mil 084).
Y que de acuerdo a proyecciones, se estima que el número de casos continuará en aumento ya que si las condiciones actuales persisten, para el 2025 habrá cerca de 212 mil pacientes con IRC y se registrarán 160 mil muertes relacionadas con la enfermedad.
Para desgracia de nuestra población, en México sólo hay mil nefrólogos certificados, número insuficiente para la detección y atención oportuna de la Enfermedad Renal Crónica, patología que al estar relacionada directamente con hipertensión, diabetes y obesidad (enfermedades que han alcanzado proporciones epidémicas en nuestro país), el cuadro de la IRC se complica por ser un proceso multifactorial, que con frecuencia conduce a un estado terminal.
Y entonces mil preguntas sin contestar rondarán en su cabeza, como: ¿Cuáles son los síntomas? ¿Cómo es que se deteriora el riñón?, y la ciencia ¿Está haciendo algo? ¿Hay recursos suficientes para la salud? Y si no los hay ¿Cuál es el motivo? Muchas preguntas tal vez que quedarán sin respuesta y que rondarán en su cabeza.
Enfermedad sin síntomas
Enseguida su cerebro registrará, que la IRC no provoca ningún signo o síntoma, la única manera de saber si tiene Enfermedad Renal Crónica es con exámenes médicos, periódicamente, cada año por lo menos.
Solamente cuando la enfermedad ya está un poco avanzada comenzará a experimentar una baja de peso sin causa aparente, cansancio agudo o hinchazón repentina de las extremidades, u orina espumosa; esto podría ser un cuadro de la enfermedad renal crónica (ERC).
En otras palabras “el organismo pierde la capacidad de filtrar las sustancias tóxicas de la sangre y la persona requiere tratamiento de sustitución de la función renal para conservar la vida”, misma que por sus altos costos está catalogada dentro de las enfermedades catastróficas, de acuerdo con la Fundación Nefrológica AC.
El detalle, cada uno de nuestros riñones tiene el tamaño de un puño, su función es filtrar la sangre del aparato circulatorio y permitir la excreción a través de la orina de diversos residuos metabólicos del organismo. También elaboran sustancias que ayudan al control de la presión arterial y regulan la formación de los glóbulos rojos.
En la explicación se abundaría que cada riñón filtra de 180 a 200 litros de sangre al día y concentra líquido y residuos de uno a tres litros de orina por día. Por ello, los riñones están más expuestos a sustancias tóxicas en el organismo y por tanto, son altamente susceptibles a lesiones.
Karina Renoirte, Presidenta de la Asociación Nacional de Nefrólogos de México, A.C., ANNMAC, es otra especialista que le diría que “La Enfermedad Renal es muy prevalente en nuestra población, 1 de cada 10 mexicanos tiene algún grado de ERC. En los grados I, II, y III, los riñones van a funcionar por arriba de 90 por ciento para el grado I, entre 90 y 60 por ciento para el grado II y entre 60 y 30 por ciento para el grado III.
Es en estas etapas donde se identifica a los pacientes para intervenir de manera oportuna y evitar la progresión, incluso a veces se logra revertir la enfermedad de los riñones; pero si no la detectamos a tiempo, los pacientes llegan con nosotros en etapas avanzadas como grado IV o V de ERC, esto es con función de los riñones debajo del 30 por ciento (grado IV) y el 15 por ciento para el grado V, en los cuales se hace indispensable la Terapia de Sustitución Renal, ya sea con Trasplante, Diálisis o Hemodiálisis.
Magdalena Madero le explicaría que México es un país en el que históricamente ha predominado el uso de Diálisis Peritoneal, aunque recientemente la Hemodiálisis ha demostrado ser un tratamiento más completo. El Trasplante Renal es otra opción que ofrece calidad de vida al paciente, no obstante ésta no es una solución viable debido a la falta de donadores, los altos costos iniciales y el nivel de deterioro orgánico que presentan los pacientes por las enfermedades primarias.
Además, concluye la Presidenta del IMIN, el panorama en nuestro país para los tratamientos de sustitución renal en cualquiera de sus modalidades es grave para muchos pacientes, ya que el 45 por ciento del total de la población, no cuenta con afiliación a ninguna de las instituciones del Sistema Nacional de Salud, lo cual implica que podría haber hasta 4 millones de mexicanos con ERC sin cobertura de seguridad social.
Por lo que se refiere al Estado, estimó que la Insuficiencia Renal Crónica representa un gasto anual de 10 mil millones de pesos, cifra que agota el Fondo de Gastos Catastróficos del Seguro Popular, rubro en el que también se atienden otros padecimientos como Cáncer, Sida y Leucemia entre otros.
Las instituciones públicas
Y las instituciones de salud públicas no se dan abasto, esto se lo dice el Coordinador Nacional de Trasplantes, Aczel Cedillo Sánchez, al señalar que solamente el ISSSTE tiene 600 pacientes en lista de espera para trasplante renal y 11 mil pacientes en terapia sustituta con Diálisis Peritoneal (DP) y Hemodiálisis y aunque de 2015 a la fecha aumentaron en 170% los trasplantes renales realizados y en 300% las donaciones de órganos, aún falta mucho por hacer.
De acuerdo al especialista, “la IRC es considerada la nueva pandemia del mundo, ya que es una de las tres principales causas de mortalidad en Población Económicamente Activa, afecta principalmente a individuos de entre 45 y 55 años de edad y figura entre los primeros motivos de incapacidad laboral en personas jóvenes”.
También es la segunda enfermedad más costosa en su atención y tratamiento después de la diabetes y equiparable al cáncer, tan solo en 2015 el ISSSTE invirtió 4 mil 500 millones de pesos en la atención de pacientes con IRC que incluyen terapias de sustitución renal e internamientos.
Lamentó que hasta el día de hoy, “el único tratamiento curativo de la IRC es el trasplante renal, pues las tecnologías de terapias sustitutas como la DP y la Hemodiálisis aún no son capaces de realizar muchas funciones complejas del riñón como la producción hormonal que regula varios procesos, entre ellos el metabolismo mineral óseo, por lo que los pacientes afectados sufren desgaste de sus huesos como una de las principales complicaciones”.
Una esperanza en el horizonte
En este aspecto la ciencia avanza y en el vecino país del norte, concretamente en la Universidad de California, existe un “Proyecto Riñón”, se trata de un riñón biónico para pacientes crónicos que ayudarían a mitigar el sufrimiento y las economías de los países en el rubro de la salud.
El riñón artificial está formado con filtros de silicio y células vivas que podría implantarse en un futuro próximo a los enfermos renales de forma que puedan liberarse de la máquina de hemodiálisis, de acuerdo con los directores del proyecto, los doctores William Fissell, nefrólogo, y Shuvo Roy, bioingeniero de la Universidad de California.
“La clave de este dispositivo es su microchip, en el que se utilizan los mismos procesos de la nanotecnología del silicio, que fueron desarrollados por la industria de la microelectrónica para los ordenadores y equipos informáticos”, a decir de Fissell.
Este riñón biónico funcionará gracias al impulso del corazón del paciente y está siendo ya probado en humanos. En el proceso de la hemodiálisis, la sangre del paciente fluye a través de un filtro que elimina los desechos dañinos, minerales y líquidos innecesarios de forma que la sangre se devuelve limpia al cuerpo ayudando a controlar la presión arterial y a mantener el equilibrio adecuado de sustancias químicas como el sodio o el potasio.
El nuevo dispositivo que se está desarrollando entre un grupo de varias universidades que conforman el Proyecto Riñón, filtrará la sangre de la persona afectada de forma continuada. Este riñón biónico se implantará al paciente cuando ya esté en la fase de una enfermedad renal en la etapa final, llamada ESRD y ofrecerá una esperanza de vida a personas que están a la espera de un trasplante que no llega.
Se calcula que este proyecto que comenzó en 2012 estará terminado a lo largo de 2020 y para entonces ya tendrá una lista elevada de personas que lo necesiten que actualmente están esperando el trasplante de un riñón.
En conclusión, la Enfermedad Renal Crónica es devastadora desde cualquier ángulo que se vea, por ello, lo mejor es proteger los riñones, mantenerlos bajo control a través de exámenes de azúcar, orina, medición frecuente de presión arterial.
Pero sobre todo, mantener una dieta baja en grasas, carbohidratos y sal, hacer ejercicio, evitar el tabaco, beber alcohol con moderación y sobre todo tomar agua natural, es decir olvídese de los refrescos, que son los más dañinos, especialmente para sus riñones.
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