CHETUMAL, Quintana Roo, 2 de noviembre.— Mahahual se vistió de tradición, color y música con la realización del primer Festival Janal Pixán 2024, evento en el que más de 20 negocios locales, entre restaurantes, hoteles, bares, heladerías y asociaciones civiles, se unieron para rendir homenaje a los fieles difuntos y al mismo tiempo impulsar el turismo en esta emblemática zona costera de Quintana Roo.
El presidente del comité organizador, Miguel Ángel Sánchez Mijangos, expresó la importancia de preservar la cultura local y destacó cómo el festival integra a personas de distintas nacionalidades que residen o visitan Mahahual.
“Este tipo de eventos son esenciales para mantener vivas nuestras tradiciones, y permiten a la comunidad y a los turistas conectar con la riqueza cultural de México”, señaló Sánchez Mijangos. Además, el festival ofreció una cálida bienvenida a visitantes, tanto nacionales como internacionales, quienes participaron activamente en la más importante festividad mexicana.
Entre los asistentes estuvo la subsecretaria de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobierno de Quintana Roo, María Hadad Castillo, quien mostró su respaldo a iniciativas como esta que fomentan la inclusión cultural y la convivencia en un ambiente seguro. Hadad Castillo también destacó el valor de estas tradiciones para fortalecer los lazos comunitarios y promover la participación ciudadana.
El Festival Janal Pixán 2024 incluyó la instalación de altares tradicionales en cada uno de los negocios participantes, dándole un toque distintivo a cada ofrenda. Algunos empresarios optaron por representar el estilo del centro del país, mientras que otros rindieron homenaje a la típica ofrenda del sureste. También hubo altares con fusiones culturales, destacando la participación de personas de origen venezolano, estadounidense y argentino, quienes aportaron elementos únicos a la celebración.
Como parte de las actividades, el evento contó con la Caravana Xibalbá en el malecón, en el cual participaron, sobre carritos de golf patrocinados por el empresario Eduardo Layna, niñas y niños caracterizados como ánimas que dieron vida a un recorrido lleno de color y música en memoria de los seres queridos que han partido, entre fundadores de la comunidad, familiares, amigos y hasta clientes recordados con cariño. Esta procesión fue un atractivo visual y un espacio de reflexión y celebración de la vida y la muerte de un festival que llegó para enriquecer a la comunidad.
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