CANCÚN, Quintana Roo, 04 de septiembre de 2024. – La reciente detención de tres sujetos en posesión de marihuana, cristal y armas de fuego, ocurrida en la concurrida Avenida Kukulkán, pone de relieve una problemática persistente en las zonas turísticas de Cancún: la presencia de delitos relacionados con el narcotráfico a pequeña escala. A pesar de los esfuerzos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, el incidente suscita interrogantes sobre la efectividad de las estrategias implementadas para combatir este tipo de delitos y la seguridad de los habitantes y turistas.
El decomiso de 225 bolsitas con marihuana, 43 con cristal, dos armas de fuego y un vehículo, junto con la detención de los tres implicados, parece ser un logro para las autoridades. Sin embargo, el escenario de la detención —una zona turística clave en Cancún, frente a Plaza Caracol— resalta una preocupante realidad: el narcotráfico continúa operando en áreas donde convergen turistas internacionales, lo que genera una percepción de inseguridad que afecta tanto a residentes como a visitantes.
Si bien el operativo que culminó en la captura de Jorge “N”, Miguel “N” y Carlos “N” es un paso en la dirección correcta, es evidente que los delincuentes no sienten el peso de la vigilancia constante. ¿Cuántas veces ocurren transacciones similares sin que la policía intervenga? La facilidad con la que los detenidos intentaron huir en un vehículo Nissan Versa, antes de ser interceptados, plantea dudas sobre el control real que las autoridades ejercen sobre estos espacios.
La posesión de armas de fuego, una de ellas de fabricación brasileña, añade otro nivel de complejidad. La Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos es clara, pero la presencia de estas armas en manos de presuntos narcotraficantes indica que las medidas de control para evitar que estas lleguen a manos criminales están fallando.
Es hora de preguntarse si las autoridades locales están actuando con la contundencia necesaria. Las acciones reactivas, aunque valiosas, parecen insuficientes ante un problema que requiere un enfoque preventivo más agresivo. Las zonas turísticas y habitacionales deben ser verdaderamente seguras, no solo en apariencia, y la respuesta no puede limitarse a detenciones aisladas, sino a una estrategia de seguridad integral y continua.
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