COVID-19, que ha contagiado a más de 280 millones de personas y ha causado 5.4 millones de muertes, cumple dos años, con cifras récord de nuevos contagios, pero una estabilización de los fallecidos diarios, alentando las esperanzas de que la variante ómicron sea mucho menos letal.
El 31 de diciembre de 2019 las autoridades chinas notificaban la existencia de veinte casos de neumonía ligada a un nuevo y por entonces desconocido virus en la ciudad de Wuhan, a orillas del Yangtsé.
“Teníamos entonces poca información, pero sí la experiencia suficiente para entender que era una situación grave”, destacó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, en su rueda de prensa de esta semana.
La OMS puso entonces en marcha su sistema de respuesta con el que declaró la emergencia sanitaria internacional el 30 de enero, aunque el primer caso de la nueva enfermedad fuera de China ya se había detectado el 13 de enero en Tailandia.
El 11 de febrero de 2020 la OMS bautizaba esta enfermedad como COVID-19 (acrónimo en ingles de “enfermedad por coronavirus de 2019“) y un mes después, el 11 de marzo, la declaraba oficialmente una pandemia.
Vacunas eficaces, pero no infalibles
Eran los primeros momentos de una crisis sanitaria que en 2021 ha contado con el arma poderosa de las vacunas, que han permitido reducir los casos graves y las muertes, reabriendo muchas sociedades y estabilizando sus economías, aunque no hayan conseguido el deseado fin de COVID-19.
El coronavirus ha sabido evolucionar a variantes como la delta o la ómicron más contagiosas y que las vacunas no logran neutralizar.
Esta evolución del virus, facilitada por la desigual distribución de las vacunas, ha provocado que este segundo año aunque no haya estado marcado por tantos confinamientos ni masivas cancelaciones de eventos, sí haya tenido cifras oficiales de contagios y fallecimientos mayores incluso a las de 2020.
De los 280 millones de casos de COVID-19 confirmados desde finales de 2019, más de dos tercios (195 millones) se detectaron en 2021, y el número de fallecidos por la enfermedad este año casi duplicó al del año anterior (3,5 millones en 2021, 1,9 millones en 2020).
La cifra actual de contagios es además la más alta desde el inicio de la pandemia, debido a la mayor capacidad de transmisión de la variante ómicron, y ya se superó el día 29 por primera vez la barrera del millón de contagios globales diarios, aunque el dato positivo es que los fallecimientos no parecen aumentar en la actual oleada.
Cifras aparte, la ciencia ha conseguido responder a la pandemia desarrollando en un tiempo récord no sólo vacunas contra la COVID-19, sino también tratamientos especialmente indicados para pacientes graves, con corticoesteroides, anticuerpos monoclonales o antagonistas de los receptores de interleucina 6.
Cuando la política dificulta la ciencia
“La ciencia respondió a la pandemia, pero muy a menudo la política se interpuso a la solidaridad”, lamentó Tedros al repasar los 24 meses de pandemia, recordando los muchos obstáculos que la lucha contra el coronavirus ha enfrentado.
“El populismo, el nacionalismo y el acaparamiento de mascarillas, tratamientos, test y vacunas en algunos países creó el caldo de cultivo ideal para la emergencia de nuevas variantes”, denunció el experto etíope.
A ello se ha unido “la desinformación, a menudo diseminada por muy pocas personas, que han sido una constante distracción, perjudicando a la ciencia y a la confianza en las herramientas que pueden salvar vidas”.
Movimientos como los antivacunas “han traído dudas que ahora se traducen en un desproporcionado número de muertes de personas sin vacunar”, aseguró Tedros.
Tras dos años de una pandemia que ha cambiado nuestras prácticas sociales, que ha causado graves crisis económicas y que ha mostrado la falta de preparación de la humanidad ante sus grandes amenazas, comienza un tercer año en el que la OMS confía en haber superado ya la fase aguda de la enfermedad, aunque admite que es difícil que esta desaparezca del todo.
Para ello es fundamental que la actual “ola ómicron” descienda en casos tan rápidamente como ha subido.
Algo que parece posible teniendo en cuenta las curvas descendentes de contagios y hospitalizados que ya se vislumbran en los países que primero sufrieron la actual ola, como Sudáfrica o Reino Unido, aunque la OMS se muestra prudente y prefiere comenzar 2022 con llamadas a la precaución.
Con información de EFE
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