ESTADO DE MÉXICO, 24 de octubre.- La Pirámide de la Luna, conocida por los antiguos pobladores del Valle de Teotihuacán como Meztli Itzácual, ha sido objeto de diversas exploraciones desde el siglo XVII. En una prospección realizada recientemente por un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con el Instituto de Geofísica de la UNAM, se confirmó la existencia de una cámara de 15 metros de diámetro localizada bajo el edificio, así como un túnel que desemboca hacia el sur de la Plaza de la Luna, en la Zona Arqueológica de Teotihuacan.
La oquedad, localizada a ocho metros de profundidad, podría tratarse de un espacio con fines rituales, informó la doctora Verónica Ortega, directora del Proyecto de Conservación Integral de la Plaza de la Luna.
“En las exploraciones efectuadas a finales de los años ochenta del siglo pasado, a través de túneles excavados en el cuerpo de la pirámide, los arqueólogos Rubén Cabrera y Saburo Sugiyama encontraron esqueletos de individuos con deformación craneal, como en el área maya, y diversos objetos de piedra verde (collares, figuras antropomorfas hechas con mosaicos), por lo que no es difícil pensar que algo similar se podría encontrar en el subsuelo”, precisó.
Apuntó que la investigación, más que estar enfocada en encontrar una cámara funeraria, gira en torno al espacio ritual vinculado con el inframundo que le dio sacralidad a la antigua urbe.
“Estos grandes complejos ofrendatorios constituyen el núcleo sagrado de la ciudad de Teotihuacán, por lo que toda la gente la consideraba la meca de la civilización, de ahí que lo que se pueda hallar en su interior podrá ayudar a desentrañar las relaciones que tuvo esta antigua metrópoli con otras regiones de Mesoamérica”.
La subdirectora técnica de la Zona Arqueológica de Teotihuacan explicó que una exploración de la cámara también ayudará a saber si cada uno de los principales edificios tuvo un contacto específico con una determinada región de Mesoamérica, por ejemplo, el Templo de la Serpiente Emplumada, donde se encontraron materiales marinos que muestran su relación con El Caribe y la Costa del Golfo.
El hallazgo de la cámara y del túnel es resultado de un estudio de resistividad eléctrica, efectuado alrededor de la Pirámide de la Luna en junio de 2017, por expertos del INAH y un equipo de especialistas del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero es hasta ahora que se dan a conocer los resultados del estudio.
En los primeros días de octubre, el mismo equipo realizó nuevas prospecciones para localizar la entrada al conducto que se ubica a una profundidad de ocho metros. “El túnel se encuentra hacía el sur de la Plaza de la Luna, pero es probable que haya otra entrada hacia el lado oriente, por lo que es fundamental contar con una radiografía completa para saber cuáles son sus accesos”.
Cabe destacar que la Pirámide de la Luna es la única edificación del sitio arqueológico que tiene enfrente la Calzada de los Muertos de manera directa. Además, fue una estructura que se trabajó de forma constante por los propios teotihuacanos, quienes la agrandaron en siete ocasiones y está relacionada con los rituales que se hacían en la Plaza de la Luna.
La experta relató que han sido pocas las excavaciones realizadas en la Plaza de la Luna. “En los años 60 del siglo pasado, el área fue intervenida por el arqueólogo Ponciano Salazar, para darle la fisonomía que hoy tiene, sin embargo, casi no se exploraron los núcleos ni el subsuelo de las grandes estructuras y plazas, por lo que en la actualidad se sabe muy poco de las plazas del Sol y de la Luna”.
Resaltó que en los años ochenta, el arqueólogo Rubén Cabrera hizo exploraciones en La Ciudadela para encontrar etapas previas a las que llamó Preciudadela, sin embargo, las plazas del Sol y de la Luna no cuentan con excavaciones estratigráficas que permitan conocer su origen y la época en que fueron trazadas, así como sus distintos usos.
La Plaza de la Luna es el remate norte de la Calzada de los Muertos, que es una avenida procesional, y por tanto, es parte del corazón de la ciudad. A su espalda se encuentra el cerro Gordo, de tal forma que sería una transmutación del cerro, lo que le da una importancia simbólica.
La doctora Verónica Ortega ofreció en días pasados la conferencia Datos recientes de la Plaza de la Luna de Teotihuacan, en el Museo del Templo Mayor, en la que hizo un repaso de las exploraciones hechas en el sitio.
Recordó que se tiene conocimiento de esta estructura piramidal desde las primeras crónicas de la segunda mitad del siglo XVI, donde aparecen dibujadas las dos grandes pirámides del Sol y de la Luna. En el siglo XVIl, el documentalista Carlos de Sigüenza y Góngora excavó un pozo en la Pirámide de la Luna con el objetivo de saber si eran montes naturales o artificiales, y desde entonces se sabía que fueron hechas por el hombre.
Las primeras exploraciones que se efectuaron en la Pirámide de la Luna fueron realizadas por el arqueólogo Jorge Acosta, en 1954. Una década después, con el Proyecto 1962-1964, el arqueólogo Ignacio Bernal, en colaboración con Ponciano Salazar, liberó la Plaza de la Luna, porque se tenía la idea de hacer el primer sitio arqueológico turístico del país.
Ponciano Salazar excavó los edificios que delimitan la Plaza de la Luna y la pirámide; reconstruyó las fachadas poniente, oriente y sur, y dejó en las mismas condiciones la cara norte. El arqueólogo Salazar también descubrió tres etapas constructivas del edificio, dato que después sería corroborado y ampliado por las excavaciones de los arqueólogos Sugiyama y Cabrera, quienes identificaron siete etapas constructivas. En cada una de ellas había ofrendas conmemorativas y de clausura con restos humanos y de animales sacrificados, como jaguares, pumas, coyotes, lobos y águilas.
Mencionó que el primer registro topográfico fue hecho por René Millon en los años 60, posteriormente Saburo Sugiyama realizó un levantamiento más preciso y detallado.
Desde 2015, la doctora Ortega lleva a cabo el Proyecto de Conservación Integral de la Plaza de la Luna, el cual inició con un trabajo de prospección con georradar en la superficie y el subsuelo de la plaza, donde se encontraron grandes fosas en el tepetate y, en su interior, cantos de río y estelas de piedra verde que representan un código simbólico y unen la parte subterránea (el inframundo) con el plano celeste.
En el altar central de la Plaza de la Luna se identificaron dos canales en el norte y sur de las escalinatas, y en 2017 se hizo un trabajo en colaboración con el Instituto de Geofísica de la UNAM, que consistió en un estudio de resistividad eléctrica y una tomografía eléctrica en la Pirámide de la Luna con los que se identificaron la fosa y el túnel.
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