SAN PETERSBURGO a 10 de julio.-Un cabezazo letal de Samuel Umtiti en los albores del segundo tiempo bastó para sellar el pasaporte de Francia a la tercera final de su historia en la Copa del Mundo, al imponerse el martes 1-0 a Bélgica.
En un saque de esquina ejecutado por Antoine Griezmann a los 51 minutos, Umtiti consiguió anticiparse a Marouane Fellaini, custodio del primer palo. El zaguero del Barcelona saltó y le remató en las narices al arquero Thibaut Courtois, quien simplemente levantó las manos en un intento infructuoso por impedir que el balón entrara a las redes.
Francia y Bélgica dieron una de las mejores exposiciones del fútbol estratégico en esta Copa del Mundo.
Si bien es una verdadera lástima que una de estas dos naciones se despida de Rusia 2018, esta semifinal quedó marcada por el juego táctico de ambos.
Bélgica inició con el pie en el acelerador. Hazard desde el primer toque se convirtió en el motor y el generador para los Diablos.
Francia fue más cauteloso al arranque, eran chispazos los que daban al momento de ofender. La estrategia fue clara desde el inicio, esperar y buscar el error de Bélgica.
Y por enésima vez en este Mundial, una jugada a pelota detenida resultó crucial. Esta vez definió a un finalista, y Francia chocará el domingo por el título en Moscú con Inglaterra o Croacia, que se medían en la otra semifinal, este miércoles y también en la capital rusa.
El tanto francés no hizo sino radicalizar la estrategia que cada equipo había mostrado en el primer tiempo: Una Bélgica más agresiva y una Francia que apostaba a la contra.
Abofeteados, los Diablos Rojos se lanzaron en forma desbocada en busca del empate. Les Bleus, se organizaron mejor atrás y apostaron a alguna transición rápida que les permitiera ampliar el marcador.
Pero quizás por la desesperación o tal vez por el cansancio que derivó de un encuentro disputado a un ritmo muy dinámico, las aproximaciones belgas fueron generando cada vez menos peligro.
En la primera final de su historia, Francia se coronó como anfitriona en 1998, merced a una goleada por 3-0 sobre Brasil, en aquella noche en que Ronaldo perdió misteriosamente sus superpoderes. En Alemania 2006, sucumbió por penales ante Italia, tras el infame cabezazo que recibió Marco Materazzi y que significó la expulsión de Zinedine Zidane y su despedida de los mundiales.
Habrá por lo tanto cierto deseo de reivindicación en la selección francesa.(FUENTE: EXCELSIOR)
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