Existe un selecto grupo de artistas cuya trayectoria y sabiduría los ha posicionado en la vitrina de la inmortalidad. Uno de ellos es sin duda alguna Robert de Niro. Ese actor que además de haberle dado vida a los personajes más simbólicos del cine, ha encontrado la manera de mantenerse sereno ante las vicisitudes de la existencia y ha tenido el poder de regalar consejos a propios y extraños sobre cómo funciona esta gran aventura que llamamos vida.
Y es que Robert de Niro no es un intérprete común. Tras más de 80 películas, ha demostrado que los límites entre el actor y el hombre son difusos. Para él cada papel es la posibilidad de transformarse y cada historia es la posibilidad de encarnar experiencias y aprender de ellas para ser mejor persona.
Es un artista intransigente, un actor del método y una leyenda. Los adjetivos siempre quedarán cortos cuando intentamos hablar de esta trayectoria en particular.