Opinión | La doble moral de los invasores: Hipocresía y negocio || legalizarse es posible, pero prefieren el desorden

Por Victor Hugo Vargas

Ayer la Fiscalía General del Estado informó la vinculación a proceso de 10 personas relacionadas con las invasiones en la zona conocida como “La Gloria Escondida”, perteneciente al ejido de Playa del Carmen. La noticia no sorprende: desde hace meses se denunciaba la operación de mafias organizadas que lucran con la necesidad de vivienda, vendiendo terrenos ajenos y manipulando a familias vulnerables bajo falsas promesas de “regularización”.

Mientras tanto, en los últimos dos días más de mil 500 personas acudieron al Palacio Municipal Nuevo para iniciar su proceso de regularización por la vía legal, a través de la recién creada Dirección de Vivienda y Regularización. Es decir, hay ciudadanos que optan por el camino correcto, dispuestos a cumplir con los requisitos, respetar la propiedad y acceder a la seguridad jurídica que otorga un documento legítimo.

El contraste es evidente: mientras cientos avanzan en la legalidad, apenas unas 35 personas —muchas de ellas vinculadas con grupos invasores— montan protestas en la Plaza 28 de Julio, exigiendo “justicia” y “derecho a la tierra”, cuando lo que realmente defienden son intereses oscuros y negocios ilegales.

La pregunta es simple y directa: ¿por qué no inician su proceso de regularización si de verdad buscan certeza? El gobierno municipal de Playa del Carmen, encabezado por una administración que ya abrió un camino claro y legal, les ha ofrecido una ruta institucional. No hay excusas. Lo que falta no es oportunidad, sino voluntad.

Y si esa voluntad no aparece, quizás la razón sea aún más preocupante: porque detrás de algunos de esos “manifestantes” hay quienes temen que la legalidad destape los nombres de quienes lucran con la necesidad ajena, los que se han enriquecido vendiendo lo que no les pertenece y alentando la ocupación de terrenos ejidales bajo el amparo de la manipulación y el chantaje.

La regularización legal ya está en marcha. Quien realmente busca un patrimonio, lo hace de frente y con documentos en mano. Los demás, los que se esconden detrás de consignas y pretextos, simplemente temen que la verdad los alcance.

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