Unos 156.5 millones de electores están convocados a las urnas el domingo en Brasil para elegir presidente en una disputa polarizada entre el ultraderechista Jair Bolsonaro y el progresista Luiz Inácio Lula da Silva, así como para renovar el Congreso y elegir a los gobernadores regionales.
Previo a las elecciones presidenciales más polarizadas en la historia de Brasil, la principal duda es si Lula, el líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), conseguirá más de la mitad de los votos válidos, que le garantizarán la elección sin necesidad de segunda vuelta.
Ello debido a que, según los últimos sondeos, el exdirigente sindical cuenta con el 50 por ciento de los votos válidos (ya descontados blancos y nulos), mientras que el líder ultraderechista, que aspira a la reelección, tiene un 36 por ciento.
Ante tal situación, Lula ha dedicado los últimos días de su campaña a buscar el llamado “voto útil“, es decir a atraer a electores de candidatos sin posibilidades que quieran apoyarlo para dejar definido el pleito el domingo.
El expresidente (2003-2010) extendió el viernes su campaña hasta Ceará, el estado de mayor influencia del líder laborista Ciro Gomes, el tercer candidato más votado en las presidenciales de 2018 y que aparece tercero en los sondeos de este año (con un 6 por ciento), con la intención de intentar ganarse a los electores de su exministro.
De acuerdo con los analistas, la posibilidad de que Lula consiga garantizar la reelección el domingo no depende tan sólo de su éxito en la campaña para atraer el “voto útil” sino también del nivel de abstención, ya que una baja comparecencia a las urnas puede perjudicarlo.
La otra gran duda previo de las presidenciales es la posible reacción de Bolsonaro en caso de una derrota, ya que el presidente ha dicho que tan sólo aceptará el resultado en caso de que las elecciones sean “limpias y transparentes”, algo que ha generado incertidumbre.
Desde que Lula aparece como favorito en los sondeos, el líder ultraderechista viene poniendo en duda la fiabilidad y seguridad del sistema de votación electrónico de Brasil, dando a entender que puede ser objeto de fraudes y alegando que las autoridades electorales tienen una preferencia por su rival.
Algunos sectores, incluyendo los dirigentes del PT, temen que el jefe de Estado esté preparando el terreno para buscar apoyo para un posible golpe de Estado.
La urna electrónica viene siendo usada por Brasil desde 1996 sin que hasta ahora se haya comprobado un fraude.
Pese al amplio favoritismo de Lula en las presidenciales, los líderes en los sondeos en las disputas por los Gobiernos regionales son candidatos de partidos de centroderecha.
El Unión Brasil, un partido nacido el año pasado de la fusión de los derechistas Demócratas y Partido Social Liberal, es la formación que, según los sondeos, podría obtener más gobernaciones en las elecciones regionales, ya que, según las últimas encuestas, sus candidatos son favoritos en al menos 7 de los 27 estados del país.
Enseguida, los partidos con más candidatos liderando los sondeos son el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), mayor fuerza de centroderecha del país y con opción de elegir los gobernadores de cuatro estados, y el derechista Partido Progresistas (PP), con tres aspirantes favoritos.
Los partidos de Lula y de Bolsonaro están entre los menos competitivos en las regionales, pero el PT lidera los sondeos en tres estados, entre ellos Sao Paulo, el más poblado y rico del país, que nunca ha sido gobernada por esta fuerza de centroizquierda.
En cuanto al Congreso, del que serán elegidos la totalidad de los 513 diputados y 27 de los 81 senadores (un tercio), las proyecciones indican que el futuro presidente tendrá que lidiar con un Congreso poco renovado, muy fragmentado y con una mayoría de legisladores vinculados a partidos conservadores y de centroderecha.
Según las proyecciones de la firma Quaest, los partidos conservadores seguirán ocupando la mitad de las sillas de la Cámara Baja, los de derecha se encogerán ligeramente (de 253 a 245) y los de izquierda crecerán (de 121 a 129).
Los partidos cercanos a la coalición liderada por Lula deben elevar su número de representantes de 222 a 234, incluyendo los de algunas formaciones de centro que apoyaron los anteriores gobiernos del PT, de acuerdo con Quaest.
Los que están en la órbita de Bolsonaro perderán algunas sillas, de 194 a 181, según las mismas proyecciones.
Con información de EFE
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