Resienten mototaxistas de José María Morelos un diciembre sin bonanza

JOSÉ MARÍA MORELOS, Quintana Roo, 31 de diciembre. – El sol o la lluvia, según lo decida el voluntarioso diciembre, caen a plomo sobre la cabecera municipal, pero para los mototaxistas de José María Morelos el brillo de las fiestas decembrinas llega con un tono opaco. En las esquinas donde antes el pasaje se disputaba en turnos rápidos, hoy domina una espera larga y silenciosa. Para muchos es el mes de la bonanza; para quienes viven del mototaxi, es el mes en el que las cuentas no cuadran.

Alberto Lizama es uno de ellos. Su unidad, limpia y lista para el servicio, recorre kilómetros en un “giro” que parece no tener fin. “Ahorita está muerto”, dice con resignación. Para él y para decenas de compañeros, el pasado 24 de diciembre fue un golpe inesperado: mientras las familias se preparaban para la cena y los comercios se llenaban de clientes, el ingreso simplemente no llegó.

La paradoja del mes es evidente. Para buscar el sustento hay que gastar lo poco que se tiene. Ruletear por las colonias de esta ciudad con aire de pueblo implica ver cómo el nivel de gasolina desciende con rapidez, mientras el asiento trasero permanece vacío. “Es más el gasto de gasolina porque estás girando… a veces no sacas ni para la gasolina”, resume Alberto, reflejando la situación de un sector que trabaja, en muchos casos, solo para cubrir sus costos.

El panorama resulta desconcertante. Las calles no están desiertas. Por el contrario, en estas fechas llegan visitantes de otras regiones y habitantes de comunidades cercanas que acuden a realizar trámites o compras. Hay movimiento, hay gente, pero no hay pasaje. El mototaxi, tradicional aliado de la movilidad local, parece haber quedado relegado frente a ciudadanos que optan por caminar o cuidar cada peso.

La ironía es que el dinero sí circula. Las filas en cajeros automáticos y oficinas de programas sociales dan cuenta de una derrama económica significativa. Hay aguinaldos y apoyos, pero ese flujo se queda en comercios de productos básicos o tiendas de novedades, sin pasar por el volante de los transportistas.

Con el cierre del año también se diluye la esperanza de recuperar lo perdido en Navidad. El estallido de la pirotecnia que comienza a escucharse contrasta con el silencio en las cajas de los mototaxistas. Mientras José María Morelos se prepara para el brindis de Año Nuevo, cientos de familias que dependen de este servicio esperan que el último día del calendario, por fin, el bolsillo vuelva a timbrar.

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