Primero la calificó como la “eternamente leal” y ahora, a pocos días de las elecciones generales, la nombró “copresidenta de Nicaragua“.
Se trata de Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua y esposa del líder sandinista Daniel Ortega, quienes en los comicios del domingo buscarán reelegirse por cinco años más, en medio del arresto de siete aspirantes a candidatos presidenciales de la oposición que se perfilaban como sus principales rivales.
Ante una delegación oficial de Rusia, Ortega llovió en elogios hacia Murillo, un mujer menuda, de 70 años, que sobresale por su florida vestimenta, así como por el contraste de sus atuendos, generalmente sobrados de anillos, pulseras, y pinturas faciales, que suelen ir en sintonía con llamados a la paz, apelativos contra los opositores, y los señalamientos de nigromancia.
El día que su esposo la declaró “copresidenta”, ambos estaban en un estrado circular, rodeado por 250 autobuses dispuestos en filas procedentes de Rusia, lo que rápidamente fue identificado en redes sociales como la figura Atón, un dios de la mitología egipcia, bondadoso, pero opuesto al que Murillo define como “Gobierno cristiano”.
Esta es la más reciente de las controversias que rodean a la primera dama nicaragüense.
En 2018 un audio la puso en el centro de los señalamientos por la muerte de al menos 328 manifestantes antigubernamentales, según datos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En el audio se escuchaba una voz, que algunos medios de comunicación locales identificaron como la del secretario de la alcaldía de Managua, Fidel Moreno, transmitiendo a los sandinistas una supuesta orden de Murillo: “Vamos con todo”, tras lo cual se habrían desencadenado los ataques fatales.
Amor y odio
Los discursos de la vicepresidenta, que cada mediodía de lunes a viernes es presentada en medios oficialistas como la “compañera” a cargo del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, muestran un escenario distinto.
Si uno asocia el nombre de Rosario Murillo con la palabra “odio” en Google, aparecen más de 374 mil resultados, pero si lo relaciona con “amor”, la cantidad se dispara a 5.9 millones.
Los números de Google contrastan con los resultados de una reciente encuesta de Cid Gallup, que mostraron que solamente 17 por ciento de los mil 200 consultados estaba dispuesto a votar por Ortega y su “copresidenta” en las elecciones del próximo domingo, con siete candidatos opositores esperando noticias en prisión.
La opositora Coalición Nacional, compuesta por varias organizaciones disidentes, así como los exiliados aglutinados en Nicaragüenses en el Exterior (NEEM), además de organizaciones de víctimas de la violencia de 2018 y las que defienden los derechos humanos, han calificado las elecciones de 2021 como una “farsa”.
Enfrentamiento con la fe
El Episcopado de Nicaragua, crítico de Ortega, se ha identificado con las víctimas, y ha hecho reiterados llamados a la fe y la conciencia de sus fieles, de cara a los comicios.
Murillo también ha tenido desencuentros con los obispos y sacerdotes, a quienes, al igual que su marido, ha acusado de supuestamente estar detrás de un supuesto “golpe de Estado fallido” en 2018, que está pendiente de pruebas, y por lo cual ha señalado a los religiosos de ser “terroristas”, “lobos repugnantes”, “hijos del diablo”, o “pastores disfrazados”.
El clero no devuelve epítetos, pero durante el diálogo nacional de 2018 para resolver la crisis de ese año, en la única vez que Murillo visitó el Seminario Interdiocesano “Nuestra Señora de Fátima”, en la decoración sobresalió la Medalla de San Benito, considerada en el catolicismo como un arma para enfrentar al mal.
A mediados de 2021 el sacerdote mexicano Héctor Ramírez, excapellán en Fátima, identificó a Murillo como “la segunda bruja más importante del mundo”.
“En la misión que me tocó hacer, que me llevó a 23 países en año y medio (…), cada vez que iba acumulando experiencias y que iba escuchando cosas, por ejemplo: La segunda bruja más importante del mundo está aquí en América, la esposa de Ortega, es una bruja en toda regla, ¿ahora entiendes por qué lleva 40 años ese régimen y no cae?”, dijo Ramírez, en un vídeo que se hizo viral en Nicaragua.
Máximo poder
De lo que no hay duda es del poder de Murillo. En sus alocuciones casi diarias, emite órdenes, increpa a ministros, decide campañas, expresa deseos que se terminan haciendo realidad, o aprueba cuándo se debe reconocer que un alto funcionario ha pasado “a otro plano de vida”.
La hija de Murillo e hijastra de Ortega, Zoilamérica Narváez, emparejó el poder de su madre con el del gobernante dos años antes de que la vicepresidenta fuera declarada “copresidenta”.
“Existe, a estas alturas, una fusión, una fusión perversa, en donde Daniel Ortega es la justificación absoluta para un ejercicio brutal y déspota de Rosario Murillo por preservar el poder y, además de eso, por hacer de Nicaragua el reino para toda la vida”, declaró Narváez al portal Confidencial.
Ortega y Murillo ya se han proclamado vencedores de las próximas elecciones, un anuncio que, de concretarse, les garantizaría otros cinco años al frente de un poder autodenominado bicéfalo.
Con información de EFE
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