El papa Francisco reconoció el dolor de las víctimas de la Iglesia católica en Canadá, cuyos testimonios aseguró que se sintieron como bofetadas.
Sentí el dolor de esa gente como bofetadas. Ancianos que habían perdido a sus hijos y no sabían dónde están. Fue un momento muy doloroso, pero debemos dar la cara por nuestros errores y nuestros pecados”, lamentó.
Durante su audiencia celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano el pontífice criticó las ideologías que amenazan la historia y las tradiciones de los pueblos ancestrales y pidió a la Iglesia que no repita errores y construya unidad, “respetando y valorando la diversidad de cada pueblo y de cada persona”.
Señaló que su viaje a Canadá, realizado entre el 24 y el 30 de julio, fue un periplo de “memoria, reconciliación y sanación” que describió como “peregrinación penitencial” para “pedir perdón a los pueblos indígenas que sufrieron por tantos cristianos, entre ellos muchos católicos”.
“Ante las ideologías que amenazan los pueblos intentando borrar su historia y sus tradiciones, la Iglesia se siente interpelada y no quiere repetir errores. Su misión en el mundo es anunciar el Evangelio y construir la unidad, respetando y valorando la diversidad de cada pueblo y de cada persona”, sostuvo Francisco, durante los saludos en español a los fieles presentes en la audiencia.
Momentos antes, y en italiano, rememoró cómo en Canadá que “la mentalidad colonizadora se presenta hoy bajo varias formas de colonizaciones ideológicas, que amenazan a las tradiciones, la historia y los vínculos religiosos de los pueblos, aplanando las diferencias, concentrándose solo en el presente y descuidando a menudo los deberes hacia los más débiles y frágiles”.
“Se trata por tanto de recuperar un sano equilibrio, una armonía entre la modernidad y las culturas ancestrales, entre la secularización y los valores espirituales”, argumentó.
El papa aseguró que “en Canadá se ha iniciado un recorrido para escribir una nueva página, una página importante, del camino que desde hace tiempo la Iglesia está realizando junto a los pueblos indígenas”.
“Fue una peregrinación penitencial. Muchos fueron los momentos de alegría, pero el sentido y el tono del conjunto fue de reflexión, arrepentimiento y reconciliación”, añadió.
Finalmente, deseó que “los pueblos indígenas de Canadá sean ejemplo para todas las poblaciones originarias a no cerrarse, sino a ofrecer su indispensable contribución para una humanidad más fraterna”.
Con información de EFE
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