CIUDAD DE MÉXICO, 11 de octubre. – Debido a la riqueza de nuestro patrimonio histórico y arqueológico, el Tren Maya toma medidas para estudiar todo el terreno por el que atraviesa y así poder proteger nuestra herencia cultural.
Al día de hoy, hemos hecho grandes descubrimientos a través del trabajo arqueológico. El Tren Maya es una oportunidad única de investigación para vestigios que de otra forma hubieran permanecido en el olvido y expuestos al saqueo.
Uno de los más deslumbrantes es el Sacbé de Cacalchén. El sacbé, que significa camino blanco, es una vía pavimentada de 33 km, el segundo más grande del que tenemos conocimiento.
Cerca del área de Cacalchén, también descubrimos una caverna con cuerpos de agua; el lugar posiblemente se utilizó por los antiguos mayas. La caverna será estudiada por medio del registro geoespacial para crear modelos 3D, que servirán para conocerla de manera virtual, sin poner vidas humanas en riesgo.
En todos estos lugares hemos encontrado monumentos arqueológicos como material óseo, cuchillos de pedernal, cistas, tiestos, puntas de lanza, metates y piezas cerámicas completas. Todos estos descubrimientos se trasladan a los laboratorios en bioarqueología, arqueometría y restauración de materiales arqueológicos.
A partir de los análisis se obtiene la cronología, así como su uso en determinadas actividades humanas. Todo esto marca la historia de la península. Al día de hoy, hemos encontrado un total de 16,572 monumentos a lo largo de los primeros cuatro tramos del tren.
Estos monumentos son el legado de nuestra nación, las raíces de nuestra cultura. El Tren Maya ayuda a encontrarlos, estudiarlos y preservarlos.
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