Aliento puede alertar a diabéticos de un “shock insulínico”

CIUDAD DE MÉXICO, 21 de Julio.- Para un paciente con diabetes, especialmente de tipo I, un ataque hipoglucémico es uno de los percances más peligrosos asociados con la enfermedad. Este consiste de una baja drástica en el nivel de glucosa sanguínea, y puede presentarse repentinamente y sin aviso. Usualmente, el evitar este tipo de ataque —también conocido como shock insulínico— consiste más en prevenirlo con buenos hábitos que en intentar tratarlo después de que ocurre.

Se pueden prevenir manteniendo buenos hábitos alimenticios, manteniendo niveles de glucosa constantes y midiendo la glucosa de manera repetida. Y aunque el tratamiento es fácil en las primeras fases del ataque, simplemente requiriendo ingerir alimentos altos en glucosa y otros azúcares, no siempre se puede reconocer.

Las sensaciones asociadas con la hipoglucemia no suelen ser fácilmente reconocibles, ya que son generales; y para cuando el paciente pierde el conocimiento, puede ser una emergencia grave. Aunque han existido reportes de mascotas (especialmente perros) detectando este tipo de ataque en su fase inicial, estos han sido principalmente por medio de anécdotas, y no se han estudiado en detalle hasta ahora.

Este mes, un equipo de investigadores basados en la prestigiosa Universidad de Cambridge, en Inglaterra, publicó una nueva hipótesis sobre el por qué los perros pueden detectar este tipo de ataque. El equipo partió de la idea de que los perros pueden oler químicos en nuestro aliento, y examinó en detalle la composición química del aliento de ocho pacientes con diabetes, todas alrededor de 46 años de edad. Encontraron un solo químico que se eleva de manera repentina al bajar el nivel de glucosa en la sangre: el isopreno.

La producción de este químico, que ocurre de manera natural en el cuerpo humano y funge también como el principal componente del hule natural, se eleva marcadamente cuando el nivel de glucosa se reduce bajo cierto nivel, pero no cambia de otra manera. Aunque no se sabe aún como se produce el químico en el cuerpo o porque su producción está asociada con la hipoglucemia, es sencillo entender cómo un perro podría detectar su olor.

La nariz canina es mucho más sensitiva que la humana, y está bien establecido que los perros pueden detectar olores en concentraciones mucho menores a las necesarias para que nosotros los podamos percibir. Partiendo de esto, es posible, aunque no ha sido probado o comprobado que, al observar a su dueño sufrir de un ataque hipoglucémico y oler el isopreno producido, un perro pueda crear una asociación subconsciente entre los dos.

Este proceso de aprendizaje ha sido estudiado a fondo en nuestros amigos caninos, y ha sido reportado en la literatura científica desde el principio del siglo XX, cuando Ivan Pavlov demostró el poder hacer salivar a sus perros, los famosos “Perros de Pavlov”, con el sonido de una campana. Esto lo logró presentando a sus perros carne fresca al tocar una campana, asociando así un estímulo auditivo: la campana con un reflejo natural y el salivar con la comida. De manera menos conocida, logró demostrar este principio con una variedad de estímulos desde silbatos hasta metrónomos e incluso shocks eléctricos, y este tipo de aprendizaje se conoce como condicionamiento clásico. (FUENTE: F. Carlos Slim)

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