Rafael Muñoz Berzunza, tiene que pagar facturas a inversionistas defraudados

PLAYA DEL CARMEN, Quintana Roo, 5 de Julio.- Si bien Carlos Rafael Antonio Muñoz Berzunza, ex titular de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (Sema), es uno de los hombres más perversos del borgismo, señalados por actos de corrupción, su vida personal y familiar es más oscura, plagada de abusos, fraudes, truculencias y otros crímenes.

El perverso historial personal y familiar de Muñoz Berzunza está a punto de desbordarse y acabar en prisión en manos de sus molestos acreedores

Según información que nos han hecho llegar a la redacción, a Muñoz Berzunza se le acusa de cometer fraudes, despojos y otros crímenes en la cuales se involucran a su esposa y otros integrantes de su familia.

Y mientras confirmamos la información y documentos en nuestro poder, podemos adelantar que este escándalo sobre el mal proceder personal de Muñoz Berzunza y su familia, se forma en un mar de traiciones, intrigas y mentiras.

Las facturas pendientes le esperan, pues los impacientes empresarios se han cansando de esperar y hoy quieren detonar la bomba informativa.

Abusos “profesionales” de Muñoz Berzunza

Por el momento, basta recordar que Muñoz Berzunza conocido como el “Plátano” viene “nadando de muertito” pero sin dejar de lado su vida de lujos y comodidades, que van de la mano con autos del año y hasta un yatecito que tiene oculto en algún lugar de la Riviera Maya.

Hay que recordar que la fortuna de Muñoz Berzunza la ha amasado sobre una larga lista de atentados contra a la naturaleza de Quintana Roo, empezando por autorizar impactos ambientales en zonas protegidas de Tulum, Bacalar, Othón P. Blanco y la Riviera Maya.

No hay que olvidar que por su misma ineficiencia, falta de compromiso y arbitrariedades, fue cesado del cargo de delegado de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) de manera pública y personal por el entonces presidente de la Republica Felipe Calderón Hinojosa, en una visita hecha a Quintana Roo el 18 de mayo del año 2007.

Por Alejandro Vargas

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