La Gestión forestal es fundamental para afrontar el cambio climático

JOSÉ MARÍA MORELOS, Quintana Roo, 29 de junio.— Como parte de las estrategias que se realizan en Quintana Roo para el fortalecimiento del Eje Verde, y para hacer frente a los cambios que se producen en el clima mundial, que están afectando a los bosques debido a que las temperaturas medias anuales son más elevadas, a la modificación de las pautas pluviales y a la presencia cada vez más frecuente de fenómenos climáticos extremos, personal de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (Sema) recibió instrucciones al respecto mediante el taller de Monitoreo Forestal Comunitario en zonas forestales de conservación del ejido San Felipe del municipio de José María Morelos. El secretario de Ecología y Medio Ambiente, Rafael Muñoz Berzunza, informó que también se contó con la participaron de 40 ejidatarios de las comunidades que conforman la Redseram (Red de Productores de Servicios Ambientales A.C).

—El taller pretende que los ejidatarios y funcionarios públicos conozcan la importancia de las áreas forestales en el contexto del cambio climático, que conocieran las metodologías de estimación de biomasa aérea y madera muerta en campo y que propusieran estrategias para involucrar a las comunidades en el Monitoreo, Reporte y Verificación para REDD+ —dijo Muñoz Berzunza. Enfatizó que con una gestión adecuada, las áreas  forestales pueden suministrar bioenergía casi sin emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera.

 Durante el taller, impartido por el doctor Eduardo Martínez Romero de la organización Sur Verde, se les explicó a los participantes que los combustibles fósiles liberan bióxido de carbono al quemarse e incrementan la presencia de este gas en la atmósfera que, a su vez, contribuye al calentamiento del planeta y el cambio climático.

Las áreas forestales ayudan a mitigar estos cambios al absorber el bióxido de carbono de la atmósfera y convertirlo, a través de la fotosíntesis, en carbono que “almacenan” en forma de madera y vegetación. Proceso que se denomina “fijación del carbono”.

 En los árboles el carbono supone en general alrededor del 20 por ciento de su peso. Además de los árboles mismos, el conjunto de la biomasa forestal también funciona como “sumidero de carbono”. Por ejemplo, la materia orgánica del suelo de los bosques —como el humus producido por la descomposición de la materia vegetal muerta— también actúan como depósito de carbono.

En consecuencia, los bosques almacenan enormes cantidades de carbono. En total, las áreas forestales del planeta y sus suelos actualmente almacenan más de un billón de toneladas de carbono, el doble de la cantidad que flota libre en la atmósfera. La destrucción de áreas forestales, por otra parte, libera en la atmósfera unos seis mil millones de toneladas de bióxido de carbono al año, y para el equilibrio de este elemento, así como para la conservación del medio ambiente, es importante evitar que escape este carbono almacenado.

 Una correcta gestión puede ayudar a combatir el cambio climático mediante repoblación forestal (plantar nuevos árboles) y reforestación (volver a plantar zonas deforestadas), además de evitar la tala de las áreas forestales. En las zonas tropicales en particular, donde la vegetación crece con rapidez y, en consecuencia, elimina el carbono de la atmósfera con mayor celeridad, plantar árboles puede eliminar grandes cantidades de carbono de la atmósfera en un tiempo relativamente breve. En este caso, los bosques pueden almacenar hasta 15 toneladas de carbono por hectárea al año en su biomasa y en la madera.

Grupos de expertos han estimado que la retención mundial de carbono producida por la disminución de la deforestación, el aumento de la repoblación forestal y un mayor número de proyectos agroforestales y plantaciones podrían compensar un 15 por ciento de las emisiones de carbono producidas por los combustibles fósiles en los próximos 50 años.

 La madera que se obtiene también funciona como sumidero de carbono. La madera utilizada para construcción o para hacer muebles almacena con eficacia el carbono durante siglos. La fabricación de materiales de construcción como los plásticos, el aluminio o el cemento, por lo común requiere grandes cantidades de combustibles fósiles. Sustituirlos con madera ofrece, por lo tanto, grandes beneficios en materia de reducción de las emisiones de carbono.

Asimismo, el uso de madera como combustible en vez de petróleo, carbón y gas natural, puede en realidad mitigar el cambio climático. Si bien la combustión de madera y biomasa libera bióxido de carbono en la atmósfera, si esos combustibles proceden de un bosque cuya gestión es sostenible, esas emisiones de carbono se pueden compensar a través de plantar nuevos árboles.

 

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